Tras dos años fuera de los reflectores públicos, el aliado priista predilecto del pasado gobierno verde en Chiapas, William Ochoa Gallegos, ha comenzado a tejer sus redes con miras a los comicios de 2021. Tiene en la mira el ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, pero está dispuesto a negociar la candidatura a una diputación federal si las cosas no lo favorecen, como parece estarle sucediendo en la cúpula nacional priista.
Si bien Ochoa Gallegos es un viejo conocido de la política local, cobró verdadera notoriedad durante el gobierno de Manuel Velasco Coello. Como pupilo y operador de Manlio Fabio Beltrones, William rápidamente buscó cabida como interlocutor entre dicha fracción priista y el gobierno de Velasco Coello. Así se “vendió” e infiltró sigilosamente entre la mafia verde que gobernó Chiapas durante el sexenio pasado.
Sus claras diferencias con el grupo que impulsaba a Roberto Albores Gleason pronto lo convirtieron en el operador de los intereses verdes al interior del priismo estatal. Su lealtad de conveniencia al ex gobernador Manuel Velasco le permitió enriquecer a varios de sus negocios privados; incrustar a su hermano en el gabinete estatal (ese mismo que le cantó “El Rey” a Velasco en un evento público) y hacerse de una jugosa diputación local desde donde operó gran parte de sus beneficios.
Se encargó de sabotear los intereses de Gleason, crear a un grupo para respaldar a los candidatos de Velasco dentro del PRI y operar a la fracción priista al interior del Congreso para facilitar el paso de las iniciativas, caprichos y proyectos de endeudamiento propuestos Manuel Velasco. Fue el principal orquestador de la controversial reforma que le permitió al ex gobernador verde ser su propio sustituto, violando la misma Constitución.
En pocas palabras, William Ochoa se ensució las manos de la forma más vil, auto promoviéndose como gobernador provisional por una semana, para “cuidarle el changarro” a Velasco, y permitir así que su patrocinador en Chiapas hiciera las respectivas negociaciones en el Senado de la República para pedir licencia y regresar a concluir el saqueo de las arcas estatales. No es gratuito que se haya ganado pronto el mote como el “cómplice priista predilecto de Velasco”.
Hoy, después de dos años de aparente silencio, Ochoa Gallegos ha reaparecido en la escena pública con evidentes intenciones electorales. Ha fijado sus objetivos más altos en el ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, pero parece que solamente le alcanzará para aspirar a una curul en el congreso de la unión. La sombra de Roberto Albores Gleason nuevamente apunta a truncarle el camino, relegándolo de las contiendas electorales por los espacios más importantes de la entidad.
El anuncio hecho este miércoles por Alejandro Moreno Cárdenas para designar a Rubén Zuarth como nuevo dirigente del PRI en Chiapas es un mensaje claro de las definiciones que están por anunciarse rumbo a las elecciones del próximo año. William carga mucho lastre a cuestas, dejado por sus complicidades recientes, y eso podría resultar contraproducente para el PRI y sus muy aliados azules ya amarillos.
El escenario se alista para una disputa bastante competida por los principales espacios políticos de Chiapas. El reparto de las candidaturas dentro de la bizarra alianza que se prepara entre el PRI, PAN y PRD promete dar la batalla, aprovechar las debilidades de Morena en la entidad (con inminentes candidatos irrelevantes) y, en una de esas, arrebatar las principales ciudades del estado… así las cosas.
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