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domingo, 8 de octubre de 2017

AGUA AZUL / Ebrio arrolla a moto y lesiona a dos

Su cinismo es tal que se atreve a decir que “el niño no tiene nada”. Su temeridad es superlativa que se atreve a orinar en la cara de los policías y en presencia de una mujer. Su auto engaño de creerse el rey de mundo le lleva a reprimir a la prensa por tomar fotos. Iba ebrio, chocó a una cuatrimoto, lesionó a dos, pero lo minimizó. La gente lo detuvo y por poco lo linchan.

Es alto de estatura y quizá por eso se siente superior a los demás. Bajo los influjos del alcohol de plano se creyó flash y aceleró a fondo su viejo Golf color negro, placas DPU-3094 de Chiapas.
Veloz y sin precaución, el adorador de “Baco” avanzaba de sur norte sobre la Calzada sal Sumidero de Tuxtla Gutiérrez.

Al llegar a la avenida Andrés Fàbregas de la colonia Agua Azul, sobre el barril derecho avanzaba lentamente la Cuatrimoto  tipo ATV 150, color negro, placas TXM9U de Chiapas. Conducía Melquiades Daniel Torres Irecta, de 61 años.

El sexagenario retornaba de vender su jocote curtido y nanchi. Se dirigía a su casa en la colonia Jardines del Norte. Lo acompañaba su ayudante, el niño Hugo, de 12 años.

Iban platicando amenamente cuando la moto en que viajaban fue impactada severamente, tanto así que la llanta trasera del lado derecho se desprendió.

La moto fue lanzada unos seis metros y quedó atravesada sobre el carril derecho. Melquiades y Hugo cayeron al asfalto.

Unas personas que cenaban a un metro de la escena, vieron todo. Gritaron pidiendo ayuda para los caídos y para detener a los dos tripulantes del Golf de modelo atrasado.

Los tripulantes bajaron. Querían huir, pero fueron sometidos. Al llegar la policía de Tránsito Municipal, quisieron cambiarse de posición. El piloto se hizo pasar como el copiloto y viceversa. Pero fue de risa, porque los dos iban ebrios.

Lo increíble es que sin el menor recato, pudor o temor, el conductor ebrio se atrevió a orinar en la vía pública, a medio metro del policía y frente a una mujer. Por menos que eso cualquiera hubiera sido subido a la patrulla, pero éste no fue subido, ni esposado, ni reconvenido.

En todo momento fue grosero con los colonos y con la prensa, intentado reprimir el trabajo de los reporteros.

“El niño no tiene nada”, dijo como si fuera paramédico.

Por cierto la gente se molestó porque los paramédicos de la Cruz Roja dos veces cambiaron su postura, debido a que la mamá de Hugo no se decidía. Finalmente trasladaron al menor a la clínica de la benemérita institución. El temor de la madre era que el ebrio no pagara los gastos de curación.


La gente presionó y gritando pedían que esposaran al conductor ebrio que se paseaba libre. Advirtieron a los policías que no  los liberaran tras un negocio en  lo oscurito.

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