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jueves, 12 de octubre de 2017

JOBO-COPOYA / Tramo dañado; economías quebradas

  • Aunque el paso se reabrió temporal y condicionadamente, la mayoría teme pasar. Dan vuelta o de plano ya no vienen a vender sus productos a Tuxtla Gutiérrez


El tránsito vehicular se reabrió, temporalmente, en el tramo Jobo - Copoya -Tuxtla. “Respiramos un rato”, dice Elodia, una de tantas mujeres luchonas que a diario viene a la capital a vender sus productos. Respiraron también comercios que están a la vera del camino. Pero se inquietan por varias razones. Y las plasman en la entrevista.

Margarita vende pozol y tacos en el parque. No fue afectada por el paso suspendido en el kilómetro 4. Pero Elodia, Azucena, Isaura y decenas de mujeres, así como hombres que a diario llegan a vender su mercancía a Tuxtla Gutiérrez, sí se afectaron.

“A buena hora se le ocurrió al sismo dañar nuestra carretera”, dice Eulogio que sembró milpa y ya no pudo pasar su elote por el bloqueo. Lo dejó que hiciera maíz.
Es que había que transbordar y era más de 200 metros de donde lo dejaba un colectivo y tomaba otro.  “Y con carga no muy te suben”, dice.

No solo las personas como ellos se afectaron. La economía en general de la zona (Jobo y Copoya) se afectó. Gasolineras, farmacias, restaurantes, tiendas que están a la orilla de la carretera ya no vendían.

Por fortuna el paso se reabrió temporalmente. “Se dijo solo que carros chicos, ¡qué va ser! están pasando volteos cargados, camiones con ladrillos y hasta tráileres pasan en la madrugada”, dice Raúl.

Ya no hay vigilancia de Tránsito Municipal como antes. Por eso todos pasan. Pero lo que pocos saben es que hay un gran riesgo en eso.

“Nosotros damos vuelta, tenemos miedo y precaución”, dicen los integrantes del “Comité Independiente por la Defensa de los pueblos”.
Se unieron para reunir recursos y abrir un camino alterno que lleva un 80 por ciento de avance, dicen.

Pero hay mucha piedra y eso demora la obra, daña las máquinas y aumenta el consumo de combustible, que al día oscila los 10 mil pesos.

Para juntar recursos, los del comité han boteado, pedido a empresarios, transportistas, ciudadanos. Se da comprobante hasta por un  peso.

Les preocupa que ya no haya dinero y que aun falta como 25 días de trabajo para concluir el kilómetro de camino que permita rodear el tramo dañado.

Les preocupa que la dependencia gubernamental del estado dijo que en tres meses quedará restablecido el paso, pero que estiman sea el doble.

Les preocupa que los voluntarios se cansen de dar (A veces solo juntan mil o dos mil pesos al día). Les preocupa que ya no les den fiado el combustible.

Y lo que más les preocupa es que hay una enorme roca como de tres toneladas que puede caer en cualquier rato y pocos lo saben o le dan importancia. Con el paso reabierto puede causar un severo accidente en cualquier momento. Por eso dan vuelta, por eso ya no están sacando sus mercancías, por eso piden apoyo económico, moral y espiritual.


Piden solidaridad, dinero y hasta oraciones. Agradecen la ayuda mostrada. Al gobierno no lo denostan, no lo critican, ni rechazan. “Que haga su trabajo, nosotros haremos el nuestro”, concluyen.

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