Antes de ingerir su alimento agradece por el sustento, por la vida, la salud, la familia, el trabajo. A sus 46 años de vida, 24 de casado y 14 como instructor de manejo en Tránsito del Estado, el agente Mario se siente contento, mas no satisfecho. Sabe el peso de su responsabilidad de forjar a buenos conductores, y así lo asimila.
La nueva alumna se encuentra ya en el asiento del piloto, dentro de la unidad oficial de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
La aprendiz de manejo comparó precios y resultados antes de elegir. Se decidió por el curso que imparte Tránsito del Estado.
La portezuela del coche blanco se abre. Un hombre se sube del lado del copiloto. Se presenta: “Soy Mario. Seré su instructor las dos semanas”, le dice amable, mientas estrecha la mano un poco sudorosa de la mujer que luce nerviosa.
Mario, en cambio, se ve estable, confiado, seguro. Así debe ser. Es el instructor práctico y durante 20 horas será responsable de que la nueva conductora aprenda todo lo concerniente a un buen manejo a la defensiva y sobre todo a estacionarse entre dos autos, lo cual es el talón de Aquiles de las mujeres.
El agente Mario enseña la gran responsabilidad que se tiene al estar frente a un volante, capacitando a las personas que conducen una unidad, labor que ha realizado por 14 años.
Luego de estar durante 10 horas en el aula, aprendiendo la teoría, señales viales, entre otros, la mujer comienza su primer día de práctica. Y lo primero es aprender el cambio de velocidades.
Mario le pide a la alumna que memorice los pedales sin ver. Clucth, freno y acelerador.
Con el motor apagado, la mujer cambia las velocidades. Mario le dice que el mismo motor va pidiendo los cambios, de 0 a 20 kilómetros por hora es la primera, de 20 a 40 kilómetros, la segunda; de 40 a 60 la tercera y de 60 a 80 la cuarta.
“Antes de arrancar el auto debes acomodar el sillón, que el pie dé bien a los pedales; los espejos laterales y el retrovisor deben estar bien colocados”, le indica.
Tras recordarle a la alumna que debe sacar el clucht cada poco al arrancar, para que no se apague el coche, le recuerda algo muy importante: “La mirada siempre al frente”.
Mario dice que para ser instructor se debe tener paciencia. Sonríe al decir que por eso muchas mujeres (esposas e hijas) llegan a tomar su curso de manejo con ellos (Tránsito del Estado) porque les tienen paciencia. Las mujeres confiesan que sus esposos o papás no son pacientes, se desesperan y les gritan, lo cual las pone más nerviosas.
Mario ingresó a la Academia de Policías en el 2003 y de inmediato fue asignado el departamento de Educación Vial de Tránsito del Estado y luego como instructor práctico de manejo.
A sus 46 años de vida, 24 de casado y 14 como instructor de manejo en Tránsito del Estado, el agente Mario se siente contento, mas no satisfecho.
Tras la jornada laboral Mario llega a casa, saluda a su esposa con un beso y se pone a sus órdenes. “¿En qué te puedo ayudar?” pregunta.
En el hogar ya no es más instructor, pero sí el sacerdote. Da gracias siempre antes de comer. En casa, el “manejo” es de doble control, entre él y su esposa.
Mario valora la vida y cada minuto lo emplea con responsabilidad. “Mientras tenga vida y salud, seguiré siendo un instructor práctico”, dice. Ama su trabajo, está orgulloso de ser un policía de la SSyPC. Así lo dice, así lo demuestra.
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