PERSONAJE / Policía “pescó” el amor

• Berenice, que sería comunicóloga,  renunció a su carrera por su “sueño guajiro” de ser policía. Se enamoró de su trabajo y de un compañero. Son pareja, son felices, son orgullosamente policías.Vidas, sueños y caminos paralelos convergieron por compartir la misma profesión. El sería pescador. Ella, comunicóloga. Ambos renunciaron a las aspiraciones de su familia y se aventuraron en el ramo de la seguridad.

Berenice se perfilaba para ser periodista. A los 18 años inició la  licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Era lo que su familia deseaba.

Pero al cursar el Cuarto Semestre  Berenice se salió repentinamente. Su sueño le robaba el sueño. “Mi sueño guajiro era ser policía militar,  pero mi mamá no me dejó” dice Berenice, mientras luces de colores en la pared anuncian que se acerca la Navidad.

Juan, cuenta que de niño acompañaba a su padre a pescar. Observaba a los policías que cuidaban las áreas naturales y patrullaban la playa. Y Juan se emocionaba. Pero mantenía en secreto su sueño.

La familia de Berenice, hasta la fecha está en desacuerdo con su trabajo. Le instan a seguir con su carrera trunca de comunicación y dejar la policía. Ella se mantiene firme. “No es por llevarles la contraria, es que ser policía es parte de mi vida, me gusta, amo mi trabajo. Lo hago con amor y dedicación”, dice y sus ojos se iluminan a tal grado que por ratos superan la luz de los focos navideños.

La familia de Juan  nunca imaginó que sería policía. Nunca dijo sus aspiraciones; deseaban que estudiara cualquier cosa menos ser policía. Y aunque no lo apoyaban, ahora  ya lo aceptan.

Berenice y Juan son patrulleros de la Policía Estatal. Llegaron a la corporación sin imaginar que allí encontrarían el amor de su vida. Se enamoraron de su trabajo, pero también de un compañero.

“La vi pasar, era su primer día en la Academia de Policías. Me gustó mucho, me encantó”, recuerda Juan.

“La primera vez que lo vi fue en el comedor. Iba por un refresco. Me gustó su tez morena y su caminar erguido. Se veía bien guapo”, cuenta Berenice. “Pero ya no lo volví a ver”, dice.

Juan recuerda que a su musa la volvió a ver en la guardia. “Busqué un pretexto para acercarme”, cuenta y sonríe.

“El se acercó, me pidió mi número y mantuvimos comunicación”, añade Berenice.

Juan vuelve a sonreír al evocar su estrategia para lanzar la “red” de pescador y atrapar a su amada.

“La invité a la playa, conoció a mi familia y le pedí fuera mi novia. Aceptó”, confiesa muy feliz.

“Me enamoré de sus ojos, su forma de tratar, su sonrisa”, agrega Juan.

“Me enamoró por su carisma, su sonrisa y su trato”, confiesa Berenice.

Formaron una pareja formal de la cual nació una hermosa niña.

En casa, juntos, abrazando a la pequeña, Berenice presenta a su cónyuge. “El es Juan Antonio Cueto Ramos”.

Juan presenta a su pareja, “Ella es Berenice Sánchez Hernández”.

Llegaron cada uno por su lado, con sueños y vidas separadas. Ahora comparten el mismo techo, la misma vocación.   Son pareja, son felices, son orgullosamente policías.