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jueves, 22 de marzo de 2018

En la Mira / Héctor Estrada... Las posibilidades de Aguilar Bodegas

Después de innumerables jaloneos, decisiones y negociaciones, finalmente este viernes José Antonio Aguilar Bodegas se registrará por segunda vez como candidato al gobierno de Chiapas, ya lejos del Partido Revolucionario Institucional  (PRI) y ahora arropado por una de las fuerzas políticas que le arrebató el triunfo en la contienda de 2006. Paradójicamente el mismo partido (PRD) que dio refugio a las aspiraciones de Juan Sabines Guerrero y ahora da cabida a las suyas.
José Antonio Aguilar no requiere de mayor presentación curricular. Es Licenciado en Relaciones Industriales, egresado de la Universidad del Valle de México (UVM).  Ingreso al PRI en 1972 y con el paso del tiempo comenzó a cobrar notoriedad por su habilidad para la negociación y formación de estructuras militantes mediante organizaciones campesinas que finalmente le permitieron involucrarse en la campaña presidencial de Carlos Salinas en Chiapas.
Su principal trampolín de proyección llegó en 1991 cuando se convirtió en presidente municipal de Tapachula. Tras concluir su administración municipal desempeñó cargos como Secretario General del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI, Secretario General de la Confederación Nacional Campesina (CNC) en Chiapas y presidente del CDE del PRI.
De 1991 a 1994 fue diputado federal, para luego incorporarse como coordinador estatal de la campaña presidencial priista ese mismo año. De 1998 a 2000 se desempeñó como diputado local para nuevamente coordinar la campaña presidencial, ahora de Francisco Labastida Ochoa. Ese mismo año llegó al Senado de la República, convirtiéndose por seis años en uno de los más duros críticos del gobierno encabezado por Pablo Salazar Mendiguchía.
El proyecto de Aguilar Bodegas era evidente: construir su candidatura al gobierno de Chiapas rumbo a las elecciones de 2006. Pero la aparición en la escena de Juan Sabines Guerrero comenzó a dificultarle las cosas. Sabines Guerrero había aparecido de la nada, usando su apellido como principal capital, para iniciar un estrepitoso ascenso de popularidad en la política chiapaneca.
En menos de seis años Sabines había eclipsado a Bodegas con el populismo de su estrategia política. A Sabines le bastaron cinco años para posicionarse como candidateable al gobierno de Chiapas. Y ahí comenzó la mayor de las complicaciones para Aguilar Bodegas. Las disputas al interior de PRI en Chiapas y la imposición de José Antonio Aguilar por parte de la cúpula priista nacional terminaron provocando la salida de Sabines Guerrero para integrarse como candidato de la fórmula opositora.
Salazar Mendiguchía decidió finalmente darle cabida a Sabines en la coalición encabezada por el PRD para capitalizar la popularidad del ex priista. Y la apuesta surtió efecto. En medio de unas alecciones controvertidas y bastantes competidas Juan Sabines terminó derrotando a Bodegas por un margen de apenas el 0.57 por ciento de los votos. Por varios años José Antonio vivió reducido ante el mandato sabinista, hasta la llegada de Manuel Velasco Coello.
Desde sus copos de poder al interior del PRI Bodegas se convirtió en uno de los principales promotores de Velasco. Por eso el “sexenio verde” se convirtió en el tiempo de su resurgimiento. Se le entregó la Secretaría del Campo para reactivar y nutrir de recursos a sus viejas estructuras campesinas. Fue siempre un aliado conveniente para Velasco Coello y sus intenciones para sacar de la jugada a Roberto Albores Gleason.
Como a otros tantos, Velasco le había prometido su ansiada revancha política con una nueva candidatura al gobierno de Chiapas, pero las cosas simplemente no se dieron dentro de PRI. La influencia y peso político de Aguilar Bodegas en el priismo ya no era mismo de hace años y no quedó de otra que abandonar el barco para buscar el objetivo final. Haciendo uso de su experiencia se avocó a negociar la candidatura desde otros frentes en las cúpulas nacionales. Le apostó a las imposiciones desde el centro y a las alianzas con opositores influyentes de sus adversarios directos, y ganó la partida.
Será mañana viernes cuando se inscriba por segunda vez como candidato al gobierno de Chiapas, ahora como abanderado del Partido Acción Nacional (PAN) y un PRD estatal que se resistió hasta el final a su imposición desde el centro del país. Ahí donde el papel de personajes como Cesar Espinosa Morales fue crucial. El dirigente estatal se convirtió el el principal candado para concretar su designación.
Espinosa Morales mantuvo el respaldo del bloque que conforman las expresiones Alternativa Democrática Nacional (ADN), Vanguardia Progresista y Foro Nuevo Sol, como fuerza mayoritaria. Por eso se complicó tanto la imposición de Aguilar Bodegas desde la cúpula nacional perredista. Pero finalmente los acuerdos llegaron y se consumó la tersa designación final de este martes.
Por eso las lecturas de una derrota a las aspiraciones de César Espinosa no resultan tan acertadas en el fondo. En honor a la honestidad deber reconocerse que, por resignación o no, los acuerdos finales sólo fueron posibles con la voluntad de Espinosa y eso seguramente le traerá sus recompensas durante la siguiente sesión del Consejo Estatal que se llevará acabo en los siguientes días a fin de elegir a sus candidatos y candidatas a los ayuntamientos y diputaciones locales… así las cosas.


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