* Su madre aceptó darlo a la familia de su padre biológico. Su padrastro ya no podrá hacerle más daño
El Centinela
La mujer no parecía reaccionar a pesar del llanto desgarrador del pequeño que clamaba por ayuda. La madre parecía hipnotizada, cegada por la pasión hacia su pareja, quien se ensañaba contra el niño, por el machismo malsano de pensar que antes de él hubo otro en la vida de ella. Por fin la mujer despertó de su letargo y liberó a su hijo. Lo entregó a su padre biológico.
El niño José Ángel, a sus tres años de edad no alcanza a entender el por qué de tanta maldad en el corazón humano. Menos entendía porque su padrastro lo golpeaba inmisericorde cada vez, sin razón alguna. Tampoco entendía por qué su madre, que decía amarlo, toleraba el maltrato infantil, dando prioridad a su relación de pareja.
Y así, mientras los golpes físicos laceraban su diminuto cuerpo, los dardos emocionales taladraban su mente infantil, cuyos pensamientos abigarrados se convertían en un terrible fardo imposible de dilucidar a los tres años. El laberinto de soledad le aterraba, con la idea que nada ni nadie le liberaría de este calvario.
Fueron vecinos quienes intentaron ayudar al niño, denunciando ante el DIF Municipal de Mezcalapa, pero a dos meses de tener conocimiento del caso, las autoridades locales nada hicieron por poner punto final al infierno que José Ángel vivía cada día, cada noche
El agresor se ensañó aún más al ver la indiferencia, apatía y negligencia oficial. Temerario y despiadado, el verdugo continuó con su maltrato hacia el indefenso niño que soportaba estoico el vendaval de golpes físicos y emocionales. Su madre, Patricia N“, seguía sin reaccionar.
Pero nada es para siempre. Y por fortuna, en un chispazo de lucidez, Patricia reaccionó. El instinto maternal de protección al niño le hizo despertar y darse cuenta que estaba mal al colocar en la balanza de prioridades, a su pareja antes que a su hijo.
Patricia decidió entregar voluntariamente a José Ángel a los familiares del padre biológico, donde el niño estará a salvo de toda violencia.
Patricia fue valiente, pues al hacer la entrega voluntaria del menor ante el fiscal del Ministerio Público adscrito, para que el padre biológico se haga cargo de la custodia de Angelito, la mujer fue honesta al reconocer que es adicta a las drogas y no tiene la capacidad de cuidar a su hijo.
Angelito sonríe al levantarse la playera y enseñar los moretones en su espalda y piernas. Su alma es tan pura que no puede guardar rencor. Sabe olvidar y perdonar, no así la familia que analiza interponer querella formal contra el agresor. Su delito no debe quedar impune.
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