El anuncio hecho este martes por el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, sobre el inminente regreso a las aulas para los estados de Chiapas y Campeche ante la próxima activación del semáforo verde en ambas entidades, no ha caído nada en gracia para gran parte de la población que, además de mantener desconfianza en las cifras oficiales, ha catalogado dicha aseveración como una irresponsabilidad de Estado.
Pero ¿existen condiciones para la apertura de las escuelas en Chiapas? Según datos de la Secretaría de Salud federal, desde hace más de 40 días la entidad mantiene un número de contagios “controlado”, con menos de 10 casos confirmados por día. Junto a Campeche, Chiapas se ubica al final de la tabla nacional como uno de los estados donde se registra ya la menor incidencia de casos.
De los casos confirmados en Chiapas (6 mil 509) por las autoridades de salud, alrededor de mil 400 se mantienen activos, sin reportar nuevas defunciones durante los últimos cinco días. Ese fue el parámetro utilizado por la Secretaría de Educación federal para anunciar la inminente reactivación de las clases presenciales en los dos estados referidos.
El anuncio significaría sólo para la entidad chiapaneca el regreso a las aulas de más de un millón 800 mil estudiantes de educación básica, con toda la movilización de padres de familia (a la hora de entrada y salida), personal educativo y demás personas con actividades laborales o comerciales relacionadas.
Campeche y Chiapas se convertirían así en las “entidades piloto” para un posterior proceso similar a nivel nacional. No es un tema que se deba a tomar a la ligera. Como ya ha sucedido en otras naciones que han comenzado la apertura de actividades escolares y laborales con “normalidad” las primeras pruebas se han convertido en pasos cruciales para la toma de decisiones generales.
Pero de lo que poco hablan las autoridades federales son los riesgos que conllevan estas “pruebas piloto”. La posibilidad de un rebrote en Chiapas y Campeche va a determinar lo que suceda con el resto del país para lo que resta del año, pero también podría implicar la posible complicación de una pandemia que aún está en desarrollo.
Apenas este martes 22 de septiembre un ligero pero significativo aumento en el número de contagios generó alerta entre la población de Chiapas. Después de casi 30 días con una incidencia menor a los 10 casos diarios se registraron 16 casos en un sólo día. No fue nada para alarmarse. Al día siguiente los casos volvieron a bajar a 11, pero el temor de un posible rebrote a mayor escala se mantiene latente entre la población.
Sí, es verdad que gran parte de los establecimientos, comercios y hasta centros comerciales han reactivado ya sus operaciones, que muchas personas han desobedecido durante meses las restricciones y que parece contradictorio que mientras bares a lleno total inician sus actividades las escuelas permanezcan cerradas; sin embargo, esta decisión involucra a miles de niños, adolescentes y jóvenes cuyos perjuicios serian responsabilidad directa del estado.
Con ejemplos como el de España y su rebrote encrudecido, la premura entusiasta o irresponsable por parte de las autoridades educativas podría significar riesgos incensarios para una población que apenas se recupera de la tragedia “no oficial” dejada por el Covid-19. Ojalá en este caso la prudencia pese más que las prisas a la hora de tomar decisiones tan importantes dentro del sector educativo en México... así las cosas.
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