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viernes, 11 de septiembre de 2020

En la Mira / Héctor Estrada.... Violencia armada en pueblos indígenas tiene secuestrado al Estado de Derecho



Un municipio sumido en la violencia e ingobernabilidad durante años. Así es San Juan Chamula, que esta semana dio nuevamente la nota con una serie de hechos sangrientos y de violencia armada desatados tras la detención de otro de sus oscuros caciques, autodenominado presidente del consejo municipal: Juan Shilón de la Cruz.

Los hechos que provocaron este miércoles la toma de Cereso No. 5 a punta de disparos, así como bloqueos este jueves en diversos accesos a San Cristóbal de las Casas no son aislados. La disputa por el poder político ha sido un problema que se ha complicado durante los últimos sexenios, agudizándose durante el paso del gobierno verde en la entidad.

Para nadie es un secreto la complejidad que representan los pueblos indígenas de Chiapas. Se han convertido durante décadas en territorios de excepción para las leyes que rigen al resto del país. La confrontación permanente entre el respeto al Derecho Consuetudinario (usos y costumbres) y la aplicación irrestricta al Estado de Derecho han vuelto a estos municipios sitios en permanente convulsión.

El excedido poder de “autodeterminación comunal”, el miedo de los tres niveles de gobierno para afrontar situaciones que podrían desembocar en inevitables confrontaciones violentas y la consecuente ausencia de autoridad judicial se han convertido en tierra fértil para el crecimiento de actividades ilícitas como el tráfico de drogas y armas dentro de esos territorios, sin que se haya hecho mucho para detener su expansión.

Muchos de los municipios indígenas de Chiapas son hoy lugares donde las disputas se arreglan a punta de disparos. Los grupos antagonistas (del rubro o intereses que sea) se han armado a tal grado que ya superan por mucho la capacidad de las autoridades policiacas locales. Y los episodios de muerte, revanchas, linchamientos, balaceras y ejecuciones sobran entre los ejemplos públicamente conocidos.

Pero fue la ambición del gobierno encabezado por Manuel Velasco Cuello la gota que derramó el vaso. La obsesión por apoderarse de municipios añejamente gobernador por candidatos “de unidad” emanados del Partido Revolucionario Institucional (PRI) terminaron dividiendo y confrontando a grupos que todavía siguen en disputa sangrienta por el poder político de municipios como San Juan Chamula.

Con la discordia en su máxima expresión, los pueblos indígenas divididos en nuevas disputas políticas, la dispersión de armas sin control y un “gobierno verde” dispuesto a lo que fuera para financiar y empoderar a sus aliados la violencia se desató sin precedentes, dejando como saldo episodios como el asesinato multitudinario del presidente municipal Domingo López González y parte de su cabildo en julio 2016.

Al igual que lo sucedido con Domingo López, el actual presidente municipal Ponciano Gómez Gómez enfrenta hoy la oposición violenta de sus adversarios encabezados por Juan Shilón de la Cruz, quien desde marzo pasado se autoproclamó presidente del Concejo Municipal. Shilón es un viejo conocido, señalado insistentemente como uno de los líderes de los grupos delincuenciales armados que operan en ese municipio.

Tras tomar violentamente la alcaldía, acusando un supuesto desvío de recursos de 10 millones de pesos por parte del presidente Ponciano Gómez, Juan Shilón fue detenido en octubre del año pasado. En represalia un grupo armado con ametralladoras secuestró a cinco personas (entre ellos el hijo del Síndico), amenazando con matarlos en caso de ni liberar a su líder, que finalmente fue puesto en libertad.

Lo sucedido esta semana no fue tan diferente. La nueva detención de Shilón por los delitos de robo agravado y motín cometido en agravio del ayuntamiento fueron la causa que desató nuevamente la violencia de los grupos armados en Chamula y San Cristóbal de las Casas. Por eso el secuestro del personal judicial, las ráfagas de bala a las afueras del Cereso No.5 y el bloqueo de carreteras en la zona Altos.

Shilón es el ejemplo claro de esos cacicazgos armados que ahora se impone por la fuerza en el poder político dentro los municipios indígenas de Chiapas. Es la muestra evidente de circulo vicioso de violencia que mantiene el control y ha doblegado a los demás órdenes de gobierno. Es esa herencia maldita que la “ambición verde” terminó de encender en combustión sin control y que ahora no parece poder detenerse a corto plazo… así las cosas.

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