Es un bloque opositor que se formó oficialmente el pasado mes de abril, pero los rostros detrás son viejos conocidos de la política y el añejo sector empresarial vinculado a ella. Se han autonombrado “Frente Nacional AntiAmlo” y han comenzado a cobrar notoriedad por las caravanas motorizadas de los últimos meses y el actual plantón en el Zócalo de la Ciudad de México para, en menos de dos años, exigir la renuncia de López Obrador.
No se necesita mucho análisis para saber que se trata de un movimiento de aversión a la figura de Andrés Manuel López Obrador, y no de un frente en busca de justica social o defensa a intereses nacionales como algunos han tratado de disfrazarlo. FRENAAA es en sí un movimiento de intereses perfectamente identificables, vinculados a grupos de extrema derecha, familias de alto poder adquisitivo y antiguas afinidades panistas.
Entonces, quiénes son los rostros públicos de dicho movimiento. El más popular o conocido es el de Gilberto González Lozano. El empresario originario de Monterrey, Nuevo León, tiene viejos antecedentes como empresario negociador con los gobiernos. Saltó a la función pública durante el gobierno de Vicente Fox Quesada, cuando fue designado por el propio presidente de la república como Oficial Mayor dentro de la Secretaría de Gobernación.
Fue ejecutivo del Grupo Alfa, consorcio envuelto durante años entre señalamientos por presunta condonación ilegal de impuestos. También se desempeñó como integrante del Consejo de Administración de la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma. Sin embargo, su camino al escenario político comenzó con la familia Fox y Sahagún.
Lozano fue parte del Consejo de Administración del Hospital “San José” del cual fue propietario el padre de Martha Sahagún y Director Corporativo de Recursos Humanos y Planeación de Coca-Cola-FEMSA en 1995, cuando Vicente Fox era Director Comercial y la ex primera dama Martha Sahagún se desempeñaba como Jefa de Relaciones Públicas.
Tras el rompimiento con el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, Gilberto Lozano fundó en 2009 el Congreso Nacional Ciudadano, pero fue hasta 2013 (ya durante el gobierno de Enrique Peña Nieto) cuando comenzó una oposición más activa, que de manera sospechosa nunca pasó de las acusaciones verbales a acciones como las emprendidas durante el actual gobierno. Sin embargo, hasta hoy nunca se deslindaron sus vínculos con la familia Fox Sahagún.
Pedro Luis Martínez Bringas es otra de las figuras autoasumidas como líderes públicos de FRENAAA. Martínez Bringas es un empresario de afinidad abiertamente panista. Aunque se popularizó en mayo pasado por un video donde criticó abiertamente al presidente de la república para luego ser separado del Consejo de Administración del Grupos Soriana, Martínez Bringas ha expresado públicamente su apoyo a figuras panistas como el candidato al gobierno de Nuevo León Felipe de Jesús Cantú.
En 2018, aún como miembro del Consejo de Administración del Grupos Soriana, llamó (en video) abiertamente a votar por el candidato Ricardo Anaya y llamó al sector empresarial a respaldar la candidatura del panista. Y que decir de Pedro Ferris de Con quien después de buscar una candidatura independiente a la presidencia de la república terminó sumándose en 2018 a las figuras públicas que respaldaron públicamente a Anaya, llamando a votar por el panista.
Son ellos algunas de las figuras públicas del movimiento, pero sin duda hay muchas más que detrás mueven hilos. La presencia de FRENAAA en la vida pública de México, su trasfondo y sus antecedentes, no sólo lo han vuelto un movimiento desacreditado de origen, parecen haberse convertido también en combustible nuevo para el trillado discurso de Obrador.
Y es que se trata de un sector encabezado por figuras que durante sexenios de saqueo, devaluaciones y corrupción descarada guardaron silencio. Personajes y familias para quienes antes pareció no haber argumentos suficientes a fin de manifestarse y exigir renuncias presidenciales. Sus formas y argumentos de fondo hablan de aversiones específicas y afectación a intereses particulares que finalmente, bajo los calificativos que sean, terminan dando la razón a Obrador sobre la “verdadera” identidad de sus opositores… así las cosas.
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