Las semanas se consumen rumbo al periodo de precampañas, previsto para la segunda mitad de enero de 2021, y las negociaciones al interior de las fuerzas políticas estatales se han acelerado. En la disputa por la capital chiapaneca es donde los jaloneos parecen estar mucho más intensos, con precandidaturas más definidas.
Los partidos políticos tendrán de 22 al 31 de enero del próximo año para realizar sus respectivas precampañas o procesos que definan finalmente a sus candidatos. Sin embargo, en buena parte de las fuerzas políticas las decisiones se encaminan hacia la elección de candidatos de unidad que eviten desgates anticipados por confrontaciones innecesarias.
Y no es para menos. La disputa por Tuxtla Gutiérrez perfila a convertirse en una elección bastante competida. La alianza entre el PRI, PAN y PRD es prácticamente un hecho y se convertirá en una de las principales amenazas para las intenciones de Morena, como fuerza política en los tres niveles de gobierno, que busca mantener su control sobre la capital del estado.
Los acuerdos avanzados entre los partidos de la Revolución Democrática, Acción Nacional y el Revolucionario Institucional habrían acordado que, entre el reparto de los principales bastiones municipales, la candidatura de unidad por la capital chiapaneca tendría al PRI o un candidato externo que unifique los intereses de todas las fuerzas como cabeza de la fórmula electoral. Por eso es que las fichas panistas y perredistas aquí han guardado silencio.
De esta forma las cartas parecen haberse cerrado a tres posibilidades concretas. Por un lado, está el ex diputado y gobernador provisional (de Manuel Velasco) William Ochoa Gallegos que, pese a su derroche de propaganda simulada durante las últimas semanas, parece tener las cosas muy complicadas. Su historial de traiciones y complicidades con el gobierno verde se han convertido en un lastre bastante fresco en la memoria colectiva, difícil de sortear.
También ha aparecido en la baraja el nombre del propio Roberto Albores Gleason que, con uno de sus principales pupilos en la dirigencia estatal (Rubén Zuarth), ha elevado las apuestas a su favor. Albores Gleason sería sin lugar a dudas un aspirante fuerte dentro de los comicios venideros. Sus años de posicionamiento y experiencia política le dan ventaja. Pero sabe perfectamente que entrar a jaloneo por Tuxtla Gutiérrez también le representa riesgo para sus reales aspiraciones.
Gastar algunas de sus “municiones electorales”, recuperadas durante los últimos años de silencio tras la derrota de 2018, podrían convertirse en un riesgo elevado e innecesario para sus principales objetivos puestos sobre los comicios de 2024. Incluso, ganando la presidencia municipal, el reto que representa el ayuntamiento tuxtleco, con Morena en el gobierno federal y estatal, los próximos años serían una apuesta de alto riesgo.
La tercera carta para esta alianza partidista suigéneris es nada más y nada menos que el actual diputado local Emilio Salazar Farías. Y es que, aunque Salazar Farías milita aún dentro de Partido Verde Ecologista de México, las negociaciones y acuerdos en las cúpulas nacionales parecen estarle abriendo el camino hacia lo que sería una candidatura externa que permita unificar los intereses de las tres fuerzas políticas.
Con sus antecedentes panistas, sus añejas vinculaciones con el priismo local y su posición neutral ante el gobierno estatal, Emilio Salazar parece haberse convertido en la salida más viable y menos arriesgada para la candidatura tripartita, por lo que no deberá sorprender que las definiciones finales terminen inclinándose a su favor, con tal de arrebatar el ayuntamiento tuxtleco al control de la fuerza morenista en Chiapas... así las cosas.
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