Cierto que cada quien es libre de tomar sus decisiones y a nadie se le puede coartar el derecho de salir de casa o asistir a un aplaza pública, pero en una contingencia como la actual por Covid-19, en silla de ruedas, con tanque de oxígeno y sin cubrebocas, reunirse en la plaza Ámbar con personas y un acompañante que tampoco cuidan este aspecto, es muy temerario.
Es un caso excepcional, pero refleja la prevaleciente apatía al llamado de cuidarnos y cuidar a otros. Muchos no aceptaron el reto de usar cubrebocas por 14 días. Menos que se queden en casa. ¿Libertad o libertinaje?
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