Ajedrez Político / Eduardo Bravo
La censura de la crítica al poder no es nueva, desde que surgieron las primeras civilizaciones, los gobernantes en turno han buscado silenciar la libertad de expresión, con métodos que van desde la amenaza, la tortura, la desaparición forzada, el exilio y hasta la muerte de las personas disidentes.
A la par del nacimiento de la civilización surgió el estado, integrado por las clases dominantes, las cuales con tal de legitimarse financiaron a pensadores que serían los encargados de teorizar formas de legitimar los gobiernos, a este grupo de pensadores ligados al poder político “Gramsci” los nombró intelectuales orgánicos.
Los intelectuales orgánicos son pensadores que a cambio de salario, de trabajo o de regalos, defenderán al estado y a las clases dominantes que gobiernan alguna sociedad, cualquier pensador o crítico del sistema será tratado como ignorante o incluso será investigado y censurado por ser peligroso al sistema.
En la actualidad las redes sociales eran en una válvula de escape para todas aquellas voces disidentes del sistema, las cuales podían publicar sus opiniones sin la censura de los gobiernos, incluso se habían convertido en referentes de la organización de protestas, de marchas y movilizaciones sociales del último lustro.
Las mega plataformas como Facebook y Twitter dejaron de ser libres y se quitaron la máscara, mostrando sus verdaderos intereses de clase, e iniciaron la censura de los críticos al nuevo orden mundial, desde hace algunos años estas plataformas han bloqueado a intelectuales que les resultan incomodos.
Las redes sociales se creen con el poder de decidir quién tiene la razón y quién no, con esta premisa fue bloqueado el presidente en funciones de los Estados Unidos Donald J. Trump, por sus publicaciones en referencia a los resultados de las elecciones en su país y por sus comentarios contra el nuevo orden mundial.
El bloqueo de las publicaciones atenta contra la libertad de expresión, pero el silenciamiento de un presidente de un país atenta contra la soberanía nacional, este asunto nos pone a reflexionar, si eso le hicieron a uno de los hombres más poderosos del mundo, qué futuro le depara al resto de la población.
La censura de Donald Trump les está costando millones de dólares a estas mega plataformas, pero además provocó la migración de políticos y usuarios a otras redes sociales, previniendo que en Facebook y Twitter no están seguros sus datos personales, ni mucho menos su libertad de expresión.
La libertad de expresión es un derecho humano, por lo tanto no debe de ser arrebatada cuando esta libertad se usa para hablar del poder, como sucede en ocasiones, todos las personas debemos de velar por que a nivel mundial y nacional exista una pluralidad de ideas y de voces.
¡No más censura!
*Autor de la columna “Ajedrez Político”, Licenciado en Administración Pública y Ciencia Política, por la Universidad de Colima, analista independiente en temas sociopolíticos y colaborador en diferentes medios digitales.
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