¿Y todos los jabones hacen esas bombas? Pregunta el chofer del colectivo. El vendedor mueve la cabeza de un lado a otro mientras como respuesta sopla y lanza cientos de burbujas, muchas de las cuales dan en el rostro del colectivero que sonríe. No se percata del riesgo que implica. Tampoco lo hacen los peatones que a diario transitan por la céntrica vía de la capital chiapaneca.
El joven de unos 28 años de edad, está parado sobre la 1ª Poniente, entre 2ª y 3ª Sur de Tuxtla Gutiérrez. La gente pasa y pasa, algunos se detienen, (sobre todo niños) a observar el espectáculo de las burbujas, algunas de las cuales forman pequeños arco iris al fundirse con los rayos del sol.
Un pequeño que va de la mano de su madre, se detiene y obliga a a su madre a detenerse.
- Mami, cómprame uno. – Dice
- No, hijo, no tengo dinero
- Ándale, me voy a portar bien – Insiste el menor
Para convencer a la madre, el vendedor sopla con más fuerza y salen muchas burbujas de colores. El niño se emociona y presiona. Por fin la madre accede, pero pide un juguete “nuevo”, pues no quiere exponer a su hijo a que use uno que el vendedor ya haya soplado. Error. Más de uno de los “nuevos”, ya han sido probados antes. No traen envoltura.
- ¿Y todos los jabones hacen esas bombas?
Está más preocupado en saber el “truco” para hacer bombas que en medir el riesgo que implica recibir en su cara las burbujas cargadas de saliva y virus del vendedor.
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