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domingo, 25 de abril de 2021

TUXTLA / DOLOR AMARGO FRENTE A SANDÍA DULCE

  

 


 

·     Pero entre todo lo malo, hubo un elemento rescatable, aquilatable, un sabor dulce más que la sandía que venden a lado, más que la miel: el abrazo de una niña, su niña.

 

 

 


“Sandía dulce”, dice el letrero sobre la cabeza del hombre. Pero él tiene un sabor amargo, por el dolor de la caída, y el ineludible pago que deberá cubrir por gastos médicos del lesionado, el suyo y los daños de la motocicleta. Pero entre todo lo malo, hay un elemento rescatable, aquilatable, un sabor dulce más que la sandía que venden a lado, más que la miel: el abrazo de una niña, su niña. Pero él no se da cuenta… está ofuscado por el golpe físico y emocional.

 


Los agentes de Tránsito del Estado y Municipal colocan sus patrullas en el carril derecho del libramiento Sur, y conos fosforescentes  para desviar la circulación al carril izquierdo. Una camioneta gris acaba de completar la tarea de resguardar a las personas sobre el carril derecho: Son curiosos, familiares y paramédicos de Protección Civil que rodean a un hombre de la tercera edad.

 

Sentado sobre una silla, el sexagenario recibe atención prehospitalaria. Su rodilla y pierna derecha están lesionadas. Sobre el pavimento de concreto hidráulico dos manchas de sangre y un ave puerta, aplastada.

 


La sangre es de dos personas, el sexagenario y el motociclista. La motocicleta marca Honda tipo Cargo, color rojo, placas 70APV9 de Chiapas, está un poco más adelante, con el tubo defensor apachado por la caída.

 

Los paramédicos terminan su labor, suben a la moto y se marchan. No hubo ambulancia disponible y el hombre lesionado es subido a un auto particular para ser llevado a un nosocomio. Los agentes de Tránsito ya deben liberar la vía, pero no lo hacen.  Es que en el carril derecho sigue la motocicleta de reparto, con la reja vacía. Aún no se decide cómo se procederá contra el motociclista, que sentado sobre la guarnición, se agacha. Las gasas en el pómulo derecho esconden la herida por el golpe al caer.

 

Iba de poniente a oriente sobre el libramiento Sur, cuando al pasar la avenida Rebombeo,  “un auto se me atravesó. Para librarlo me hice a la derecha, donde iba pasando el tío y lo atropellé”, dijo el motociclista al perito de Tránsito.

 


La caída de ambos fue frente al sitio donde venden sandía, “sandía dulce”. El dolor fue amargo para ambos lesionados, más para el motociclista que sabe del inminente castigo por su falta de precaución. Por eso se agacha, por eso se ve preocupado. Sin embargo una niña, su niña, ha estado junto a él en todo momento. Su sola presencia debe ser un bálsamo reconfortante para el atribulado hombre. Los abrazos y cortas palabras de la pequeña son oro molido, diamantes dignos de ser aquilatados, de una dulzura muy superior a la de las sandías en venta, mucho más que la miel… pero el motociclista está ofuscado por el golpe físico y emocional, y no lo discierne. Quizá después lo hará.

 

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