El cuerpo inerte quedó de bruces, de cubito ventral, dicen los especialistas, sobre la grada de cemento de la cancha del fraccionamiento La Misión, en la avenida Actopan. A tres cuadras de ahí, la parroquia católica, donde algunas veces “El Toro” fue a persignarse. En sus momentos de sobriedad (muy pocos) sentía la necesidad de un cambio, que nunca llegó. Fue esclavo de sus malos hábitos arraigados desde su juventud.
“El Toro” no era viejo, unos 45 años cuando mucho. Pero sus cabellos ondulados ya pintaban algunas canas. Sufrió mucho. Por eso se embriagaba, para olvidar sus penas. Frecuentaba la calle Actopan, Ocosingo, Circuito Las Casas y Malinalco de La Misión.
“Aunque vivió y murió en La Misión, “El Toro” no cumplió la suya, el propósito de su estancia en la Tierra. Vivió, sobrevivió sin rumbo, sin propósito, sin metas. Se fue sin pena ni gloria”, comentaron los presentes.
Junto al cadáver una botella de coca cola con aguardiente o solvente. Pudo ser eso la causa de su muerte. Pero también bajo su rostro se alcanza a percibir sangre. Puede ser por la caída de su propia altura o también de un golpe. Quienes lo conocieron dicen que “siempre que tomaba, le pegaba un tipo con el que se embriagaba”. Parece que esta vez el agresor no estaba tan ebrio, adrede quedó sobrio para tener ventaja sobre su oponente. Eso presumen los vecinos. Será la autoridad la que determine la causa.
Paramédicos de Cruz Roja Mexicana determinaron que “El Toro” estaba muerto. La Policía Estatal acordonó el área. El cadáver fue llevado al Semefo en espera de ser identificado y reclamado. De lo contrario se irá a la fosa común.
No hay comentarios:
Publicar un comentario