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miércoles, 6 de octubre de 2021

SAN FERNANDO Aplastado por alud de emociones


* Feliciano no se sobrepone a la pérdida de su nuera y nietos, ahora debe pagar 30 mil pesos que no tiene.


Feliciano no lo puede creer aún. Su mente no asimila la terrible pérdida de su nuera y tres nietos. No discierne que su esposa esté enferma y su hijo haya tenido que emigrar en busca de trabajo para ayudarlos. Manuel no puede creer que encima de todo eso, deba pagar 30 mil pesos a una funeraria, lo cual creyó había sido saldado por las autoridades que ofrecieron apoyarlo.
- Pero si fue un desastre natural, nosotros no lo provocamos, el gobierno debía pagar los gastos –dice desconsolado.
Feliciano viste una camisa blanca, pero su alma y mente están llenos de color negro, por el luto, por el dolor, por la confusión e incertidumbre.
"Salimos de Chilón hace ocho años y venimos a San Fernando porque nos gustó el clima parecido al de nuestra tierra. Solo para nuestro mal", dice entre suspiros.
La felicidad cotidiana que lograban a pesar de la austeridad, fue opacada el pasado 5 de julio, cuando una intensa lluvia vespertina desató la tragedia familiar: Mari Hernández, nuera de Feliciano y tres nietos murieron aplastados por una barda que colapsó por un alud de tierra, tras el reblandecimiento de la parte de un pequeño cerro en el barrio San Miguel, de la colonia Viva Cárdenas, en San Fernando.
Con mucho dolor y pesar Feliciano Gómez ha tratado de sobreponerse a esa terrible pérdida. Y por si fuera poco, ahora le dieron un nuevo golpe emocional: deberá pagarle a una funeraria casi 30 mil pesos por los féretros que, según pensó, ya estaban liquidados.
"Es que ofrecieron ayudarme y creí que el municipio pagaría todo. Yo estaba olvidado de ese asunto, y es mucho dinero, yo voy al día, apenas gano para medio comer. Tengo a mi esposa enferma, ya no sé qué voy hacer", dice desconcertado Feliciano.
Es que su esposa Laureana Pérez Hernández, de 57 años, convalece en el municipio de Chilón, de donde son originarios, pues el día de la tragedia a ella le cayó encima un ropero y parte de la barda, por salvar a uno de sus nietos, el más pequeño de tres meses.
Para ayudar a la familia, Ernesto Feliciano, hijo de Manuel Feliciano y Laureana, tuvo que emigrar a Tijuana, Baja California, hace dos semanas, en búsqueda de empleo como peón de albañil. Le ha ido muy mal. No hay trabajo y todo está muy caro. Ya no puede subsistir, menos enviar dinero a su familia.
La situación está complicada para la familia Gómez Pérez. Feliciano, campesino, a veces gana 150 pesos, el cual divide para enviar a su esposa y aparta para pagarle a la funeraria. Su esposa, aunque enferma, tiene que cuidar de otros cuatro nietos.

En el barrio San Miguel, Feliciano levantó una galera de lámina, es pequeña y la familia grande no entraría. Pero fue para lo que alcanzó con las 12 láminas que Protección Civil les dio. Le falta un muro (tiene miedo de que se repita la historia) tubería para el baño y otros materiales para vivir. La gente opina que Feliciano debió irse a otro lado, pues el riesgo es latente, pero no tiene a dónde ir, es el único lugar donde compró y nadie le ofrece un terreno para reubicarse.
Feliciano es tímido y casi no habla. A pesar de que está muy necesitado, le da pena pedir ayuda. Y aprovecha el canal de este medio para apelar a los nuevos funcionarios municipales o alguna instancia de gobierno para que le den una manita y termine de construir su galerita y el muro de contención.
Del adeudo, con gran sacrificio hemos pagado como nueve mil pesos, pero no nos ajusta, apenas saco un dinerito por cortar monte, o hacer algún trabajito; a veces ya ni para comer me queda”, asevera Feliciano.
Los vecinos de Feliciano se ponen tristes, pues les duele ver a diario a ese hombre llorar y lamentarse ahí, donde de nueva cuenta comienza a construir su galera, y sus sueños.
“Solo pido que el gobierno me ayude, que no nos olvide, mi familia quedó aplastada, no es mentira; mi esposa está mal, tengo nietos que necesitan apoyo… no pedimos más, ¡por favor!”, afirma Feliciano, quien pone su caso en las manos de Dios.
Si deseas ayudar a Feliciano, puedes marcarle al número 9611850479 y acordar la forma de darle una mano. Tu granito de arena ayudará para hacerle menos gravosa la pesada carga que le tocó llevar en sus débiles hombros y que lo tienen aplastado por el alud de emociones y crisis económica.

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