TUXTLA / Hiere con puñal a quienes le hirieron con la lengua

Huyendo del infierno de emociones negativas vino a la capital chiapaneca. Es de Los Altos de Chiapas, pero lo sobajaron a lo sumo... Y el volcán de su paciencia hizo erupción. Hirió con una filosa navaja a quienes antes y reiteradamente le hirieron el alma.

"Hazte un lado indio". "Quítate de mi camino, Chamula". "Eres pobre, feo e indígena, no tienes futuro", eran algunas de las frases cotidianas que como saetas traspasaban su ya de por sí muy herido corazón.

Juan Manuel creció en un ambiente de vejación y humillación en San Cristóbal de Las Casas. Tratando de escapar del infierno emocional, el adolescente viajó a la capital chiapaneca, con 15 años de edad.

Consiguió trabajo ayudando a una familia en el fraccionamiento Real del Bosque. Juan Manuel se ilusionó con la idea de que atrás había quedado la pesadilla de insultos, vejaciones y calificativos denostativos. Se equivoco. Fue un vil espejismo.

La pareja de esposos que le dio trabajo, siguió sobajando a Juan Manuel. "Hazte un lado indio". "Quítate de mi camino, Chamula", le decían mientras le daban un golpe con la palma de la mano en su cabeza.

Estas expresiones seguían lacerando el corazón de Juan Manuel. Eran como enormes clavos que se hundían en sus manos y pies. Era un calvario. Y soportaba en silencio.

Pero esta vez su tolerancia llegó al límite. Y el volcán de su paciencia hizo erupción. Mientras sus patrones estaban descuidados, el joven indígena llegó por atrás, sacó un puñal que portaba en el cinturón y lesionó al hombre y a la mujer en la cabeza y rostro.

La mujer se armó de valor y a escobazos sacó a Juan Manuel de la casa, con ayuda de su esposo. El joven no huyó. Cuando la policía - llamada por las víctimas- llegó al lugar, encontraron al joven sentado, pensativo.

No hubo necesidad de usar la fuerza con Juan Manuel. Él explicó a los policías el motivo de la agresión física a sus patrones, quienes primero y en repetidas ocasiones lo agredieron verbalmente, lastimando y disecando su espíritu. Eso es más grave y más de uno de los oficiales se conmovió por la historia. Pero las heridas emocionales no se penalizan, las materiales sí. Juan Manuel fue recluido en "El Amate" por Homicidio en grado de tentativa y lesiones. Difícilmente quedará libre.

Dócilmente subió a la patrulla policiaca. Compasivos los policías no lo esposaron. "Súbete hijo", le dijeron. "Sí", dijo Juan Manuel y obedeció. "Te vamos a tomar una foto", agregó un policía. "Sí" contestó humilde y triste Juan Manuel.

El cuchillo con que Juan Manuel hirió a sus patrones fue confiscado. Pero las saetas linguales que hirieron el corazón del joven indígena quedaron intactas, en la casa de Real del Bosque, donde le dieron comida material a Juan, pero mataron de hambre su alma ávida de afecto.