Después de la tempestad no ha llegado la calma. No ha llegado la ayuda humanitaria oficial.
Los niños no corren esta vez. Parados en un lugar observan tristes a papá y mamá que corren para arriba y para abajo levantando las láminas que el viento se llevó. Ellos caminan luego, sorteando los charcos que la lluvia les dejó.
Como esta familia, fueron decenas, quizá cientos, los afectados por la repentina tromba suscitada el martes pasado.
"Recibí una llamada del encargado del rancho, me decía afligido que había pasado una tromba. Lo primero que pensé fue en su familia y mis animales. Bendito mi Dios ellos estaban bien", cuenta Alejandro.
En varios ranchos de Suchiapa los daños materiales fueron cuantiosos. Las ráfagas de viento eran muy fuertes que arrancaron techos de lámina, tinacos y hasta bardas derribaron.
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"Tristón", como lo dice en su estado de ánimo al publicar en redes sociales los estragos de la tromba, pero con paciencia, Alex y los perjudicados en Suchiapa han comenzado a levantar todo, literalmente, de nuevo.
"Bien dice el dicho que en la vida no hay que esperar que pase la tormenta, sino que hay que aprender a bailar bajo la lluvia. ¡Claro que lo volveremos a levantar!" dice optimista. Y lo están haciendo.
"No han venido ni a decirnos cómo estamos, ni a una evaluación de daños, menos a ofrecernos ayuda humanitaria. Ojalá lo hagan pronto, concluyeron.
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