El 22 de noviembre de 2019 Maricela López Bautista, indígena tzotzil del municipio Rincón Chamula, Chiapas, se enfrentó a uno de los días más traumáticos de su vida. Su esposo la golpeó, la encerró en una habitación junto a sus dos hijos e intentó asesinarlos a machetazos. Pero esta vez la mujer decidió defenderse de los ataques con un leño, y entre los jaloneos terminó asesinando a su verdugo… No obstante, hoy se encuentra presa.
Maricela fue sentenciada a 25 años de prisión por el homicidio de su marido. No importó que el día de la agresión ella estuviera embarazada con seis meses de gestación, ni que la narración de los hechos evidenciara el riesgo en el que ese día estaban ella y sus hijos, ni que el vecino testificara que los episodios de violencia extrema contra la mujer indígena de 28 años y los niños fueran constantes.
La jueza Dora Luz López Méndez terminó por condenar, el pasado 19 de abril, a Maricela por un evidente acto de defensa propia. En la sentencia no se consideraron atenuantes, ni las circunstancias en las que se desarrollaron los hechos, como un claro intento de feminicidio, por lo que hoy la madre de familia se encuentra recluida en el penal de San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
Por eso el caso ha comenzado a cobrar relevancia. Apenas este lunes colectivos feministas y familiares de Maricela se manifestaron frente al Palacio de Justicia de los Altos, en San Cristóbal de las Casas, para exigir la libertad de la joven. La protesta se dio en el marco de la audiencia de vista para exponer el controversial caso ante tres magistrados.
A decir de Marcela Fernández Camacho, defensora de Maricela, como parte de los argumentos de defensa se presentó un peritaje en antropología social con perspectiva de género que estableció que la mujer vivió en un contexto de violencia feminicida durante los tres años que vivió con su esposo, ante la indiferencia de las autoridades estatales y comunitarias para combatir la violencia de la que era víctima.
Y es que, Maricela ya había denunciado y pedido la intervención de las autoridades comunitarias mucho tiempo antes del fatal ataque final. Existe evidencia de que la mujer había solicitado ayuda y que temía no solamente por su vida, sino también por la de sus hijos, debido a la violencia doméstica constante por parte de su agresor.
Sin embargo, ninguno de los peritajes presentados fue valorado por la jueza. Solamente se tomaron en cuenta las declaraciones de un testigo, que paradójicamente confirmó los antecedentes de amenazas y violencia contra Maricela. Aun así, nada pudo atenuar la sentencia... La joven indígena tzotzil finalmente fue procesada como una delincuente más.
Pero el caso de Maricela no es tan aislado como pudiera pensarse. Pese a los avances en la materia, actualmente en México las mujeres que logran defenderse de un ataque y en consecuencia hieren o asesinan a su agresor, se enfrentan todavía a un sistema de justicia que lejos de considerarlas víctimas, las criminaliza, y no toma en cuenta los contextos de violencia que viven.
De esta forma, aunque no hay cifras oficiales sobre esta incidencia, se estima que al menos una de cada dos mujeres procesadas por lesionar o asesinar a su pareja en defensa propia terminan procesadas penalmente, por lo que casos como el de Maricela ponen nuevamente sobre la mesa las graves deficiencias en la procuración de justicia con perspectiva de género donde los discursos políticos siguen quedándose muy cortos ante la vergonzosa realidad de injusticia… así las cosas.
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