Los verdaderos héroes alcanzaron su lugar en la historia y su poder a menudo fue la convicción de ser parte de algo más trascendente que ellos mismos.
Hoy se abre la puerta cívica, inician los festejos patrios y evocamos los actos de honor y a los actores que marcaron las transformaciones de nuestro país, México. Hoy toca el pase de lista a los seis insignes cadetes que ofrendaron su vida por defender a su Nación. Hoy toca gritar con el corazón y la garganta, que cada uno de los Niños Héroes "¡murió por la Patria!".
El verdadero heroísmo no consiste en poderes sobrenaturales ni armas legendarias. Los verdaderos héroes alcanzaron su lugar en la historia con su propia sangre; y su poder a menudo fue la convicción y consciencia de ser parte de algo más trascendente que ellos mismos.
El heroísmo no tiene la sangre fría, no calcula, ni persigue incentivos materiales. El heroísmo recompensa el sacrificio apasionado de enfrentar la injusticia con la sencilla y poderosa gratitud de quienes no vivieron en su tiempo. Sin embargo, el heroísmo permanece en el poderoso lenguaje de su ejemplo. Nos inspira a creer en la mejor versión de nosotros mismos y alcanzar la mayor altura de nuestro espíritu.
Este 13 de septiembre celebramos el heroísmo de Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Vicente Suárez, Juan Escutia y Juan de la Barrera. Y cada vez que llamamos la leyenda de los Niños Héroes, en realidad invocamos la voluntad para enfrentar la mayor adversidad, la devoción por el deber y sobre todo, la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo que le corresponde.
Gracias a ellos, a México le corresponde ser una nación independiente, humana y generosa a la que entregamos nuestra existencia. A nosotros nos corresponde ser libres y a ellos les corresponde las mayores coronas de gloria, un laurel de victoria que adornan su monumento y un sepulcro de honor. Ellos ofrendaron sus vidas por amor a su nación. Ellos murieron! Por la Patria!
Hoy nuestros héroes nos pertenecen como guías en el horizonte de lo incierto. Una luz de valor, compromiso, humildad, patriotismo y las mayores virtudes que puede alcanzar el ser humano.Emulemos su ejemplo para ser, algún día, héroes, quizá anónimos, pero héroes al fin.
Hoy, como ayer, se requieren jóvenes patriotas, que se mantengan de parte de la verdad, la lealtad, del amor a su Patria aunque se desplomen los cielos. Hombres y mujeres en cuyo corazón arda la llama del fervor patrio y estén tatuados los colores de su bandera. Hombres y mujeres que sean tan fieles y leales al deber cívico como la brujula al polo. Jóvenes que no se vendan ni se compren, que tengan sed y hambre de trascender a lo temporal y efímero, que antepongan el bienestar ajeno al suyo.
Este martes 13 de septiembre, México celebra el aniversario 175 de la defensa histórica del Castillo de Chapultepec por parte de seis jóvenes cadetes del Colegio Militar—conocidos como los Niños Héroes—durante la invasión estadounidense de 1847.
La histórica gesta de estos cadetes se dio en el marco de la Guerra de Estados Unidos y México (1846-1848), en la que el gobierno estadounidense reclamaba la anexión a su país de más de la mitad del territorio mexicano.
Ante las negativas de México de vender estos estados, el presidente estadounidense James K. Polk ordenó a las tropas hasta la frontera y ahí tuvo un primer enfrentamiento con el ejército mexicano. Tras esta batalla, Polk declaró la guerra a México el 13 de mayo de 1846.
Después de algunas victorias en el norte de México, el ejército estadounidense desembarcó en Veracruz en marzo de 1847. Las tropas extranjeras vencieron a los militares mexicanos en Veracruz y Puebla y se dirigieron a la Ciudad de México para tomar la capital del país.
A finales de agosto derrotaron a las tropas mexicanas que trataban de impedir el paso al Valle de México. Finalmente, el 12 de septiembre los estadounidenses comenzaron su ofensiva sobre el Castillo de Chapultepec, la última fortaleza en pie de México.
El General Nicolás Bravo contaba con alrededor de 800 soldados para enfrentar a los estadounidenses, que tenían más de 7.000 elementos. Bravo dio la orden para que los cadetes que se encontraban en Chapultepec huyeran del lugar, pero la mayoría de ellos desistieron y se unieron a la defensa del castillo.
El 13 de septiembre, los estadounidenses comenzaron su ascenso al cerro y enfrentaron cuerpo a cuerpo a los últimos militares mexicanos. Ahí se encontraron con seis cadetes, cuya edad oscilaba entre los 14 y 20 años, que lucharon a pesar de ser superados en número y en armamento.
El primer cadete en perder la vida fue Vicente Suárez. Posteriormente murió Fernando Montes de Oca al tratar de huir del lugar. Juan de la Barrera logró escapar y se escondió momentáneamente, solo para ser descubierto y ejecutado por las tropas estadounidenses.
A estas muertes le siguieron la de Agustín Melgar que logró escapar del combate, pero murió un día más tarde a consecuencia de sus heridas. Francisco Márquez también murió en el Castillo de Chapultepec.
El sexto integrante de los Niños Héroes, Juan Escutia, habría decidido envolverse en la bandera de México y saltó al vacío para evitar que el lábaro patrio fuera capturado por los estadounidenses. Sin embargo, esta historia ha sido calificada como un mito, toda vez que no existe evidencia que Escutia haya realizado ese acto. Debido a la defensa histórica por parte de estos seis cadetes, el presidente Benito Juárez decidió rendir homenaje a los Niños Héroes por primera ocasión en 1871. Posteriormente, durante la presidencia de Porfirio Díaz, esta celebración obtuvo el carácter de oficial.
Anualmente, el presidente de México en turno acude al Altar de la Patria, en la Ciudad de México, para entregar una ofrenda floral, montar una guardia de honor y hacer un pase de lista en el que se recuerdan los nombres de los seis cadetes que participaron en la defensa del Castillo de Chapultepec.
Aquel 13 de septiembre, luego de dos días de feroz bombardeo, los invasores atacaron el Castillo de Chapultepec. Al pie de la rampa, y debido a su gran superioridad numérica, destrozaron al batallón activo de San Blas, muriendo su jefe, el coronel Felipe Santiago Xicoténcatl y casi todos sus soldados.
Entonces los invasores avanzaron con banderas desplegadas hacia el castillo, dando cuenta de nuestros soldados, cuando todavía les dispararon los últimos defensores de la bandera nacional: los jóvenes cadetes del Colegio Militar.
La tradición recogió los nombres de seis de los alumnos, a quienes el pueblo con gratitud ha llamado “los Niños Héroes”, que murieron, enfrentando cuerpo a cuerpo al invasor: el subteniente Juan de la Barrera y los cadetes Agustín Melgar, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, Vicente Suárez y Juan Escutia.
Vicente Suárez murió a los 17 años; Juan de la Barrera, a los 19; Juan Escutia, a los 20; Agustín Melgar, a los 18; Fernando Montes de Oca, a los 18; y Francisco Márquez fue el que murió más joven, a los 14 años. Era apenas un niño.
El gobernador Rutilio Escandón Cadenas encabezará hoy, como cada 13 de septiembre, la conmemoración del 175 aniversario de la Gesta Heroica de los Niños Héroes de Chapultepec, donde seguro convocará a la unidad para enfrentar con éxito los desafíos y avanzar hacia el progreso de Chiapas y México. El año pasado subrayó que el amor a la patria está por encima de cualquier adversidad. Hoy seguro lo refrendara.
Habrá el pase de lista de honor a los héroes, realizado por el comandante de la VII Región Militar, Armando Montaño Ponce, frente al monumento erigido en el Parque del Oriente.
Escandón Cadenas aprovecha este marco para reconocer el trabajo de las Fuerzas Armadas y ahora la Guardia Nacional, que defienden al país bajo los principios de lealtad y honor: “Nos han enseñado el camino para que estemos siempre prestos en la defensa de lo más importante y que nos da identidad, que es la Patria”, dijo el año pasado el gobernante Chiapaneco.
Escandón Cadenas ha destacado la importancia de fomentar en la niñez y la juventud principios y valores que los lleven a una actitud positiva y resiliente, ya que, dijo, es la más eficaz forma de continuar la construcción de una gran nación. “Las Fuerzas Armadas de tierra, mar y aire, refrendan su compromiso de coadyuvar de forma legal y legítima, en la observancia y mejoramiento en los contextos humano, social y jurídico, institucional y constitucional, así como la responsabilidad de mantener intactos nuestros símbolos patrios”, aseveró.
“A todos los hombres y mujeres de nuestra querida patria, somos soldados de México que hemos construido un país como el de ahora, que a través de la política vivimos tiempos democráticos y ahora que estamos viviendo la consolidación de la Cuarta Transformación de la Vida Pública de México, resolvemos nuestras diferencias, a través de la fuerza de la razón”, apuntó el año pasado.
Hoy se abre la puerta cívica, inician los festejos patrios y evocamos los actos de honor y a los actores que marcaron las transformaciones de nuestro país, México. Hoy toca el pase de lista a los seis insignes cadetes que ofrendaron su vida por defender a su Nación. Hoy toca gritar con el corazón y la garganta, que cada uno de los Niños Héroes "¡murió por la Patria!".
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