CHIAPAS / Formemos cercos contra la explotación sexual y el tráfico de mujeres, niñas y niños

La noticia indignó a propios y extraños, Fernanda "N" de 40 años de edad, había hecho lo inimaginable: durante dos años había prostituido a su pequeña hija de tan sólo nueve años de edad en el municipio de Berriozábal, Chiapas. Junto con Fernanda "N" fueron detenidos tres hombres, la mayoría de la tercera edad, quienes habían alquilado los servicios sexuales de la pequeña por tan sólo 300 pesos cada relación. El pasado 23 de septiembre fue el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños.

"Miserable mujer, cómo fue capaz de eso, mejor hubiera aprendido a tejer hamacas, hubiera lavado y planchado ajeno para tener qué comer y no llegar a esa bajeza de vender a su hija. Pobre, tan pequeña, tan inocente... ya le desgració la vida", fueron los comentarios de las personas al enterarse de la detención de Fernanda "N", la mala madre.

El flagelo del siglo XXI está tan diseminado en el mundo que un día no basta para hacer conciencia. Por ello además del 30 de julio, el Día Mundial contra la Trata de Personas, se eligió el 23 de septiembre como el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños. Fue instaurado por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas, en coordinación con la Conferencia de Mujeres de Dhaka, Bangladesh, en enero de 1999

De acuerdo a las estadísticas, las mujeres representan el 49% de todas las víctimas de trata, y las niñas el 23 por ciento. La trata de personas es canalizada a la explotación sexual, el trabajo forzado, el matrimonio forzado, la venta de niños, la adquisición de niños soldados, y la extracción de órganos.

Eliminar la trata y la explotación sexual de niñas, niños y mujeres es una tarea que convoca la participación de gobiernos, sociedad y empresa privada en conjunto.

Los grupos delincuenciales captan a sus víctimas a través de anuncios falsos, donde establecen prometedoras relaciones sociales o donde prometen mejores condiciones de vida, pero acaban por vender a las víctimas para hacer trabajos forzados.

Las víctimas de estos delitos sufren condiciones degradantes con privación de su libertad, violencia, abuso sexual, embarazos no deseados, abortos inseguros y tratos crueles e inhumanos.

Acusada de explotar a su hija de nueve años, obligándola a tener relaciones sexuales con un hombre adulto, Patricia Jiménez Gutiérrez fue sentenciada por un juez a 39 años de prisión, en el Estado de México.

El agente del Ministerio Público de la Fiscalía Especializada de Trata de Personas de la FGJEM aportó datos de prueba para que un juez condenara a Patricia Jiménez a 39 años y cuatro meses de prisión, quien además deberá pagar multas de 2 millones 883 mil 221 pesos y 83 mil 200 pesos como reparación del daño.

Desde el mes de enero del año 2019 hasta agosto de ese año, obligaba a la niña de nueve años a sostener relaciones sexuales con un hombre a cambio de dinero, en hoteles y moteles del municipio de Tlalnepantla.

Lupita laboraba cómo trabajadora doméstica en la colonia El Retiro, en Tuxtla Gutiérrez. Caminaba cada día, para ahorrarse el pasaje, desde su casa en la colonia Patria Nueva a la casa de su patrona.

Cuando transitaba por la avenida Perú, fue subida por la fuerza a una camioneta negra polarizada. Le pusieron una bolsa negra en el rostro. Ya no supo más hasta verse en una casa solitaria, donde la custodiaban tres personas. Hablaban de llevarla a trabajar a Cancún, casi como esclava. "Esta feíta la chava, sólo pa eso nos sirve", decían. Lupita logró escapar milagrosamente y nos contó lo sufrido.

Loyda llegó llorando y temblando a casa. Caminaba por la avenida Hidalgo de la colonia Bienestar Social, iba a sacar copias, cuando a la altura del kinder, de una camioneta blanca con vidrios polarizados descendieron tres hombres armados. Uno de ellos dijo: "¿:a las dos?". "Simón, a las dos, una pa prostituirla y la otra para órganos". Una patrulla de la Policía Estatal pasó por el Pensil y uno de los armados gritó "¡fuga!" y huyeron. Loyda corrió a casa y contó a su familia lo ocurrido. Todos lloraron agradeciendo a Dios por la patrulla que pasó y la providencial liberación.

En este día nos propongamos a crear cercos protectores en torno a nuestro círculo familiar, con información actualizada, y librarlos de ser víctimas de explotación sexual y tráfico de mujeres, niñas y niños.