TUXTLA / Sola con su soledad, sobrevive en un lote baldío

Según vecinos, ella laboró en el SMAPA durante 18 años y la despidieron sin liquidarla. No tiene para pagar su renta.

Sus lentes de aumento no le permiten ver un futuro cierto: no tiene trabajo, no tiene dinero, al parecer no tiene familia y sobrevive en un lote baldío.

Su mirada es triste y el ambiente que la rodea, también. Los vecinos, compadecidos, tomaron una foto y la enviaron a este medio para pedir la ayuda ciudadana, y justicia, pues dicen fue despedida injustificadamente.

Un trozo de plástico cubierto por algunas ropas viejas le sirve de techo para proteger sus pocas pertenencias y darle un poco de sombra. Afortunadamente ya las lluvias pasaron y no se mojará, pero le tocó sufrir las inclemencias del tiempo, pues el espacio que tiene cubierto es reducido.

A su lado varias rejas de plástico en las que tiene algunos recipientes, pocos trastes. No tiene estufa ni cómo cocinar. Cerca, muy cerca de ella, como para proteger uno de sus más preciados bienes, una macetera con una plantita que ya empieza a marchitarse por la poca agua que tiene.

Otro recipiente de plástico, con apenas capacidad para unos 10 litros, almacena un poco de agua que alguien le regaló. Obviamente sufre el calvario de no tener un sanitario para satisfacer sus necesidades fisiológicas ni un sitio para bañarse. Tampoco hay una cama o colchoneta para acostarse. Se la pasa sentada, viendo transcurrir el tiempo inclemente.

Según vecinos, ella dice haber trabajado en el Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (SMAPA) durante 18 años. Ella, dicen, que trabajó para darle agua a los capitalinos ahora no la tiene porque no puede pagarla.

Se quedó sin trabajo, según dicen vecinos y ella cuenta, durante 18 años laboró en el SMAPA, pero fue despedida injustificadamente.

Derivado de la falta de trabajo no pudo seguir pagando su renta y fue echada a la calle, por eso ahora sobrevive en un espacio sobre la 3a Poniente y 12 Sur del Barrio San Francisco, en Tuxtla Gutiérrez. Allí pasa los minutos, las horas, los días y las noches, con la incertidumbre del futuro, sin saber qué será de ella.

Por ello los vecinos, que de vez en cuando le tienden la mano, conmovidos por su situación primeramente piden ayuda ciudadana, para que quien pueda y desee la visite y le lleve un poco de ayuda. No tiene número de teléfono, no tiene un teléfono.

También se solidarizan y piden que, de ser cierto su despido injustificado, puedan liquidarla y darle un finiquito para que pueda utilizarlo y paliar un poco su paupérrima situación.