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lunes, 23 de enero de 2023

TUXTLA / Caralampio da más de lo que tiene

"Por amor a Dios y al prójimo", dice.


"Por amor a Dios y al prójimo", dice en su breve relato Caralampio. Es un hombre de pocas, muy pocas palabras. Es más de acción. Así debe ser el cristiano. Caralampio lo es, en toda la extensión de la palabra: vive lo que predica, y ahora dio una muestra más del amor a su prójimo. Con el apoyo de un grupo de corredores entregó regalos a los niños, tuvieron una grata convivencia en la colonia Aires del Oriente 2a Sección.
Caralampio viste su inseparable e inconfundible gorra de color rojo. Tiene también su incomparable y característica sonrisa, viste una playera color azul grana, tal vez le va al Atlante, probablemente al Barcelona o quizá a ninguno de los dos equipos y es la única playera que tuvo para vestir.
Caralampio es una persona de escasos, muy escasos recursos económicos. Tiene una casita construida con láminas de cartón, madera apolillada y techo de lámina de zinc. vive en un área irregular porque no tuvo para comprar una propiedad.

Se dedica a vender raspados. Cada día recorre la capital chiapaneca, especialmente las colonias del sur oriente. Normalmente sale a las 9:00 de la mañana y regresa cuando ya está oscureciendo. Es un hombre de trabajo arduo, tiene una familia: además de su esposa y su hijo Luis Enrique, a una jovencita. Para darles todo lo que necesitan él se esfuerza.
Luis Enrique es un muchacho con discapacidad, nació fuera de tiempo, hubo problemas en el parto, nos cuenta Caralampio. Luis Enrique sufre convulsiones y necesita estar tomando medicamentos continuamente. Caralampio, su padre, le compra medicamentos similares, por más baratos. Ya en una ocasión pidió la ayuda ciudadana y la gente se volcó en ayudarlo porque conoce a Caralampio y sabe de su generosidad, su gran corazón por el cual ha hecho actos altruistas y generosos.
Como el día de las madres, cuando les regaló raspados a las mamás de su colonia, como el día del niño cuando hizo lo propio, lo hizo en el día del maestro y ahora no fue ningún día especial, simplemente se reunieron para ayudar nuevamente.
El punto de convergencia fue la zona de áreas verdes en la Colonia Aires del Oriente 2a Sección. Junto a Caralampio un grupo de corredores acudió, también.
Se dieron cita niños y niñas de esa colonia y las colonias aledañas. La convocatoria fue 15 días antes y todos llegaron puntualmente a la cita.
La voz del organizador de los juegos se escucha fuerte, claro, pide a los niños colocar su mano derecha sobre el oído del mismo lado para indicar que están poniendo atención. Todos están atentos. Él les indica que hay cuatro estaciones y el grupo de más de 60 niños se dividen en cuatro.
Una estación es el juego de la Lotería, otro es el baile del sombrero, uno más es para saltar la cuerda y el último es para la carrera de encostalados. Cada que el silbato suena implica un cambio de estación y se van rolando hasta terminar de participar en las cuatro estaciones.

Los niños se muestran felices, sonrientes, agradecidos. Voltean a ver de reojo, en una esquina están los juguetes, las pelotas multicolores. En otra, sobre la mesa están pasteles y roscas. No es el Día de Reyes, no es Navidad, no es el Día del Niño, pero es un día para regalar, para hacer felices a otros, a los niños y a las niñas y de paso a sus padres, que son los más felices con ver felices a sus hijos.
Don Caralampio graba la escena y hace una breve, sucinta narración de lo que acontece: "Es Aires del Oriente segunda Sección", repite. Mayormente deja el sonido ambiental y que sigan las otras voces. Es un hombre de pocas palabras, pero de grandes acciones. "Por amor al señor Jesucristo", dice en otra frase que acompaña las imágenes.
Sí, don Caralampio es un miembro de la Iglesia Adventista, funge como diácono y ese amor a Dios y a su prójimo lo demuestra dentro y fuera de la iglesia. Ahora con este gesto de bondad para los niños y niñas, la mayoría de escasos recursos económicos de la colonia.

Concluye el evento, todos se retiran a casa felices, agradecidos, jugaron, hicieron ejercicio, sonrieron convivieron, confraternizaron y aunque hubo juegos de competencia, no había rivalidad... allí todos fueron ganadores.
Ganaron regalos, ganaron salud, ganaron sonrisas y recibieron unos bocadillos. Fue un momento inolvidable y así queda para el recuerdo, plasmado en las redes sociales, en Facebook en YouTube y en esta nota como un humilde monumento y reconocimiento a ese gesto de amor de altruismo y bondad que mostraron don Caralampio y el grupo de corredores. Al final se toman la foto del recuerdo, Caralampio Hernández y Luis Aranda. Felicidades a ellos, gracias, enhorabuena.

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