Allá pasaba 750 gramos y al llegar a la cocina sólo tenia 500.
Indicó que tomó una mojarra y según el despachador pesaba más de 700 gramos y le cobraron por esa cantidad. Sin embargo al pesarlo en casa comprobó que solo pesaba 500 gramos. Le cobraron por tres cuartos.
Indicó la fémina capitalina que regresó al local para reclamar por el peso incompleto y pedir que le dieran el producto faltante. Sin embargo la respuesta fue "ese no es nuestro problema. Para la próxima vez traiga su propia pesa para checarlo al momento. No aceptamos reclamos salida a la mercancía", le dijeron.
La dama dijo que no se vale. "Le estoy pagando completo, debe darme el producto completo", exclamó.
Finalmente, dijo que en dicho local tienen a un niño trabajando. "Eso es explotación infantil. Está prohibido", dijo. Y mostró las evidencias. Del coraje que hizo ya no comió su pescado. Le iba a hacer mal.
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