TUXTLA / Celebra su libertad, llora su esclavitud

Luciano quedó libre de la cárcel literal. Sigue preso en las rejas del odio tras crimen pasional.

"Soy Luciano (seudónimo), cantante cristiano. Maté por amor, por desamor. Quedé libre de la cárcel, pero sigo presa del sentimiento de odio", dice y comienza a llorar.

Sentado en la acera de la calle Tabasco, en la colonia Santa María la Ribera, de Tuxtla Gutiérrez, el hombre delgado, moreno, alto, luce con los cabellos enmarañados, como las ideas abigarradas que se entrelazan en su confuso cerebro. Recibe con gusto la revista que un joven cristiano le obsequia. Es más, él la pidió.

Un grupo de jóvenes recorre la colonia citada y pasan por donde Luciano se encuentra sentado. Todos avanzan pasándolo desapercibido. Pero uno de ellos se detiene, regresa, se acerca a Luciano, y antes que el joven extienda la revista, Mariano pide un ejemplar.

"Dame una, quiero leer", exclama. Aunque ebrio, Luciano dice la verdad. Muestra interés al ver el contenido de la revista.

"¿De dónde son ustedes?", pregunta. La respuesta es: "somos adventistas del séptimo día.

—Yo los conozco —dice Luciano. —Yo fui cantante cristiano. Soy cantante cristiano —enmienda.

Habla en presente. Aunque lo que cuenta corresponde a su pasado. Pero no quiere aceptar que él no sea el mismo, que su vida haya dado un giro de 180°. Abre su corazón y luego sus labios para contar su historia.

—Yo era feliz. Vivía en Chamula. Yo sé hablar tsotsil. Llegaba a una iglesia Pentecostés y era parte de un grupo. Cantaba en tsotsil. Tenía una buena esposa, pero el diablo echó todo a perder.

Agacha su mirada. Jala aire como si se estuviera asfixiando. Lo asfixia el doloroso recuerdo que no puede sepultar.

Una tarde en que Luciano regresó antes de tiempo a casa, sorprendió a su esposa con un hombre.

Luciano estaba locamente enamorado de su esposa. Y ahora, al descubrir su infidelidad, enloqueció. Tomó un machete y m4tó a su rival de amores, al que le había robado lo más valioso que tenía: Su esposa. A ella la g*lp3ó y luego huyó. Anduvo escondiéndose hasta que lo detuvieron y recluyeron en el Centro Estatal de Reinserción Social para Sentenciados (CERSS) número 14, "El Amate" de Cintalapa de Figueroa, Chiapas.

Allí, Luciano fue condenado a 20 años de prisión por h*m1cidi0 calificado y f3m1n1cidi* en grado de tentativa. Su condena debía ser mayor, pero el juez entendió que hubo de por medio un sentimiento que le nubló la razón. Crimen pasional le llaman algunos. En algunos casos el culpable ha quedado libre. Esta vez Luciano tuvo que pagar dos décadas de condena.

Hace poco quedó libre de las rejas literales de la prisión, pero su alma sigue aprisionada en los barrotes del odio del rencor. A pesar de que acabó con la vida de su rival sigue odiando y a la vez amando a su esposa. No quiere regresar a su natal Chamula, pues teme que al ver a su esposa la vaya a matar o quizás la vaya a abrazar y a besar. No sabe a ciencia cierta cuál será su reacción. Pero prefiere no salir de dudas. En este Día de las Personas Privadas de la Libertad, Luciano se acuerda de sus ex compañeros y les envía un saludo. No piensa volver allí.