Se secó totalmente el afluente y está afectando la actividad doméstica, comercial, empresarial, ganadera y agrícola.
"Es por demás que oren, el río no va a tener agua si no llueve, no va a llover si seguimos deforestando", dice Juan Carlos al ver la escena. Es que cientos de personas se reunieron en el río de Pijijiapan, seco ya. Pidieron al cielo ayuda urgente, no hay ni una gota en el afluente.
Los pijijiapanecos están preocupados y tienen razón. El río que abastecía el vital líquido se ha secado totalmente. En el lugar se observan solo rocas grandes, pulidas que emergen como triste monumento de la apatía ciudadana.
Cuando tenía el caudal grande nadie pensó que un día se secaría, pero se fue secando poco a poco y ahora llegó al extremo de secarse totalmente. Con esta situación son más de 60,000 habitantes de Pijijiapan los afectados, principalmente el sector comercial y económico.
Ahora sí, con la soga en el cuello, todos preocupados buscaron una alternativa. Fue la iglesia católica la que dio la cara y el sacerdote convocó a los feligreses para reunirse. Dentro de lo que un día fue el río colocaron un templete, desde allí el sacerdote dirigió una misa con más de 250 personas reunidas.
El sector ganadero es el que más sufre con esta sequía, pero en general toda la ciudadanía, pues sin agua se colapsa la actividad doméstica, comercial, empresarial, ganadera y agrícola.
Entre los presentes algunos lucían cabizbajos, pensativos. Una adolescente sentada sobre una roca sostenía su rostro con la mano derecha, mientras varios niños lloraban en brazos de su madre. Algunos cantaban y trataban de encontrar consuelo y esperanza en la promesa bíblica.
Otros ni cantaban ni rezaban y se limitaban a decir, como Juan Carlos, que no tiene caso orar si la mano humana sigue haciendo un desastre del medio ambiente.
Algunos arbustos con espinas en el lugar recuerdan que el dolor es parte de esta realidad, pero más de un factor adverso tiene que ver con el descuido humano. Son miles los inconscientes que no cuidan el agua, no cuidan los árboles, deforestan, arrojan basura, queman entre otras acciones erradas.
Se prevé que esta acción religiosa puede repetirse hasta que caiga una lluvia torrencial que reviva un poco el caudal del río y con ello la esperanza de que repunte la actividad doméstica, comercial, agrícola y ganadera en la zona.
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