Elemento de la SSP da el extra. No se limita a vigilar el banco del Bienestar. Ayuda, asesora y resuelve problemas de los cuentahabientes.
"Mis compañeros prefieren estar al otro lado de la calle, limitándose a su consigna de vigilar el banco. Yo no, prefiero estar aquí, cercano a la gente y ayudar en lo que se pueda", dice el oficial de la Secretaría de Seguridad del Pueblo. Pocos lo reconocen y agradecen por dar el extra.
Cada día, parado afuera del banco del Bienestar, el policía estatal da información, asesora, resuelve problemas de los cuentahabientes. Se merece un ascenso o al menos el reconocimiento ciudadano. Más elementos como él.
Cristina llega apurada, se detiene sobre la Avenida Central, entre Séptima y Octava Oriente, colonia Centro de Tuxtla Gutiérrez. Va al banco para renovar su tarjeta y poder cobrar la beca que le han de depositar a su hija que estudia en la secundaria Rafael Ramírez Castañeda.
Le indicaron en Palacio Federal que fuera a la sucursal bancaria. Luce afligida, desesperada. No ha podido realizar su trámite por falta de información precisa. En Palacio Federal le dijeron que fuera a la oficina del 5 de Mayo, de allá la enviaron al banco y del banco la enviaron otra vez a Palacio Federal.
Hoy ha llegado para pedir información. La puerta luce cerrada. Adentro, una agente femenil de la Policía Federal no le permite pasar. "Pregúntele al policía de afuera", dice ella. Luego se conmueve y deja que la mujer entre, "pero solo a pedir información, porque muchos se quedan a cobrar", dice ella.
Cristina pasa a ventanilla: le indican que no están renovando tarjetas, que sería hasta el próximo año, que debe entrar al portal de becas Benito Juárez y esperar confirmación. Cristina sale desilusionada, triste.
El policía de la SSP entonces toma la iniciativa. "Señito, ¿qué problemas tiene? Le pregunta. Ella le cuenta lo que ocurre. "No se preocupe, usted puede cobrar sin tarjeta, sólo requiere su contrato, ¿lo trae usted? Le pregunta.
Cristina busca entre sus papeles y saca un talón pequeño. "Ese no es, señito, debe ser una hoja grande tamaño carta", le dice, y pide uno de muestra a una de las mujeres que lleva su contrato.
Cristina busca entre sus papeles y por fin encuentra un contrato como el que le piden. El policía lo toma, entra a la sucursal, pasa a la ventanilla, pregunta si ese contrato es aceptado y la respuesta es positiva. "¡Ya la hizo usted, señito, con éste puede usted cobrar. Haga fila", le dice el policía muy amable.
También le indica que debe sacarle una copia al contrato y a su INE, y no sólo le dice dónde puede sacar la copia, si no que la asesora y le dice que hay dos lugares, en uno está más barato que el otro.
Cuando Cristina regresa con sus copias, el policía le dice que debe colocar el número de su teléfono y firmar en la copia de su INE. Es más, le presta su pluma y un cuaderno para que se apoye.
Le indica también que este día están pagando a los que su apellido paterno empieza con la letra "G". Cristina precisamente se apellida Guillén, le toca este día. Lo que el policía ha hecho con Cristina lo replica cada día con cientos de personas que acuden a esa sucursal bancaria.
Para evitar que hagan filas en vano y pierden su valioso tiempo, el policía va preguntando uno por uno qué trámite van a realizar. Les informa lo que deben llevar. Una mujer tiene problemas, supo firmar en su credencial del INE, pero ahora ya no puede hacerlo y no podrá cobrar. El policía le sugiere que debe cambiar su credencial y ahora pedir que le dejen solo huella digital en vez de firma.
El oficial de la Policía Estatal Preventiva de la Secretaría de Seguridad del Pueblo lleva cuatro años asignado a ese banco, por eso conoce toda la información de los programas del Bienestar y ayuda desinteresadamente a las personas. "Lo hago con mucho gusto. Me gusta servir y ayudar. Mis compañeros prefieren quedarse al otro lado de la calle, se concretan a vigilar el banco. Yo no, prefiero estar aquí, cercano a la gente y ayudar en lo que se pueda", dice el oficial. Felicidades, más elementos como él.
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